El reloj rozaba las ocho de la tarde y el coche nupcial hacía su entrada en el Pazo de Drozo, en el municipio coruñés de Cambre. El idílico rincón elegido para que la heredera de Inditex se diese el 'sí, quiero' con Sergio Álvarez estaba preparado para celebrar una de las grandes 'bodas del año'.
Durante toda la tarde, las puertas de la finca, donde también se caso Amancio Ortega y Flora Pérez en 2001, se convirtieron en un ir y venir de furgonetas. Decenas de cámaras, flashes y vecinos, acostumbrados al poco movimiento mediático de Anceis, iban captando la entrada del catering, de unidades móviles y de personal de mantenimiento que ultimaban los detalles del enlace.
Pero el momento de mayor expectación se produjo con la aparición de la protagonista de la noche, Marta Ortega, con el pelo recogido y desvelando uno de los secretos de la ceremonia: el vestido. Se trata de un diseño realizado conjuntamente por la propia Marta y por su amigo Narciso Rodríguez, creando “un traje donde prima la sencillez”.
Minutos antes de la llegada de la novia, hacía lo propio Sergio Álvarez, el contrayente. Acompañado por su madre y montado en un automóvil negro, el jinete no dejó de sonreír y saludar a las cámaras congregadas.
Los invitados habían ido llegando a lo largo de la tarde, en su gran parte del hotel Hesperia Finisterre, donde están alojados. Mientras que algunos lo hicieron en su coche particular, como es el caso del expresidente del Banco Pastor, José María Arias Mosquera, la mayor parte de los asistentes entraron en autobuses, con los cristales tintados, que impidieron averiguar las claves secretas de la lista de invitados, que finalmente no ha superado las 200 personas.
La capilla y el menú nupcial
En la entrada de la capilla se instaló un arco, adornado por ramas de cerezo en flor, “subrayando la intimidad del acto familiar y religioso”, según apuntaron desde el gabinete de comunicación de Inditex. Sin embargo, debido al espacio limitado de la ermita, la organización estableció una antesala donde los invitados y testigos pudieron seguir el desarrollo del acto.
Para la ocasión, un coro gallego, formado por una solista y seis intérpretes, representaron música religiosa y tradicional de origen gallego, en particular las cantigas de Santa María de Adolfo X El Sabio, para animar la ceremonia.
Una vez finalizó el acto religioso, la cena nupcial se celebró en una carpa anexa al edificio principal, de alrededor de mil metros cuadrados, donde se intentó recrear el ambiente de un club hípico, adornado por flores y fotografías de los recién casados, en un claro homenaje por la gran pasión hacia este deporte.
El menú de la boda estuvo compuesto por platos y productos típicos de la región de origen de los novios. Mientras que los platos gallegos fueron elaborados por Casa Marcelo, bajo la batuta del chef Marcelo Tejedor, la comida asturiana estuvo a cargo de Nacho Manzano, el propietario de Casa Marcial.